Domingos y domingos
Hoy es domingo. Hay sol. El sol es tibio. Calienta el cuerpo cuando hace frío. Lo saben los hombres, mujeres y niños que pasan noches de hielo en el suelo de cemento. Deben esperar que alguien les tire una frasada encima (sabiendo que tienen frío) para protegerlos.
Como los domingos son días de descanso (para algunos), los novios pasean de la mano indiferentes al mundo, mientras el trabajador almuerza con la familia sabiendo que es el único día que tiene para mirarlos bien fijo a la cara y contarles como es su cotidiano; y después se tira a dormir la siesta, para recuperar la vida que le quito la semana.
Los domingos la gente va al cine, pasea al perro, lleva a los chicos a la plaza. Pero hay para quienes es un día igual a los otros. Porque viven duros, son hombres (también nenes) de mármol paseando por la ciudad, sin vida, sin futuro. No pueden pensar porque ya se les quemo la cabeza. Perdieron el porvenir, no tienen historia, ni identidad, ni cerebro, porque el sistema les robo todo.
Es domingo y ella se para en la vereda ofreciendo sus productos, esperando que alguien compre lo que ofrece. El clima no la frena.Porque es necesario, porque quiere comer, porque tiene una familia, porque la esperan sus chicos, porque quiere un lugar en donde vivir, porque no hay otra opción. Mientras tanto ella se pasea con su campera en la mano, sus botas de cuero, su cartera de boutique y su pelo batido.
En frente, alguno que se revuelca en un colchón de billetes. Alguno que vive de ellos, alguno que saca jugo de su padecimiento, de su cansancio, de su abandono, de su dolor de espalda, de sus ojos cansados. Ese que es el jefe, el dueño de la empresa, el patrón, ese que dice que es igual que vos, pero el lunes mira la tele mientras vos madrugas para volver a empezar.
Paula.
"Porque si me muero es por luchar, y no por mirar"
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