Transformar el pueblo, transformar el mundo
Erase una vez un pueblo donde todo es tranquilo, donde la gente es amable, buena, solidaria, donde hay paz total.
Un día llego al pueblo y lo miró con mis ojos lejanos. Ojos que no estan acostumbrados a mirar tanto, sino que se limitan sólo a ver. Lo escucho con oídos citadinos que no entienden el silencio. Lo iento con piel seca y distante, no acostumbrada a la generosidad.
Ahora el cielo estalla de estrellas y estas pupila no entienden tanta belleza. El pueblo despierta sentimientos inrreconocibles, incomprendibles, tal vez desconocidos.
De repente esas ganas de largar todo te iinvaden y solo pensas en vivir en él. Entonces recordas aquella marca que llevas a todos lados, aquellos ideales que revolotean siempre tu mente y que son la mochila que con gusto cargas a todos lados.
Ahora solo quedan las ganas de pensar en vos mismo. Ahora se me ocurre pensar en los nadies de Galeano. Ahora solo quedan las ganas de transformar el pueblo, de transformar el mundo.
Paula.
Agradezco que esas ganas siempre estén entre nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo Paula